25 de noviembre de 2012

Ganador del CONCURSO LITERARIO EL TROVADOR DE SIERRA MAGINA


Con un relato que me resulta muy difícil definir, la historia de una creadora que aúna la tradición y la vanguardia, con un relato preso de las bases del propio concurso, pero rebelde en la forma y el concepto que subyace en él. En otras palabras, "--.--" se trata de un relato del que, a pesar de las circunstancias en las que nace, me siento orgulloso.
     Hablo de circunstancias, y no es para menos. La duda de siempre: ¿qué hace a un texto literatura? Porque este relato, para más inri, está escrito de manera absolutamente consciente con un propósito material como es el de ganar el certamen al que me presentaba para hacerme con el dinero. Sencillo. Vi el premio y me dije que podía ser mío. Por tanto, se trata de una obra que nace de una motivación poco artística...
     En cuanto al contenido, me echaba atrás el componente costumbrista que suelen tener los escritos relacionados con la vertiente rural de estos premios cuya finalidad, no cabe duda, no es la de dar a conocer nuevos talentos, sino la de promocionar una comarca/localidad/causa, de modo que decidí aunar ciertos motivos costumbristas con elementos más afines al posmodernismo, de ahí que el comienzo del relato sea: "A la hora de la siesta, mientras el resto de jornaleros descansaba, papá leía a Proust bajo un olivo, su espalda sudada contra la corteza áspera".
     Además, quería que si el fondo jugaba a romper con la narrativa tradicional presente en estos relatos, la forma también lo hiciera. Por si fuera poco, leía en esos días dos libros inabarcables de Ricardo Menéndez Salmón, el autor de las oraciones interminables y un dominio del lenguaje propio más de orfebre que de juntaletras. De este modo, me propuse componer párrafos que constaran prácticamente de una oración, dos a lo sumo, para lo que me serví de numerosas subordinadas. Sin embargo, decidí mantener un lenguaje llano, propio de lo que ha sido hasta ahora mi estilo.
     Evidentemente tampoco formulé la narración tradicional con principio, nudo y desenlace, sino que convertí al lector en testigo de momentos, de fotogramas de varias vidas que, tal vez dispuestas sobre una mesa, pudieran componer una historia. De ahí que el narrador sea una creadora autoconsciente del proceso narrativo. O incluso que demuestre exceptiscismo hacia este tipo de premios y certámenes a nivel cualitativo. Como decía Morente en palabras de Cohen, "hay que intentar cambiar el sistema desde dentro"...

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