6 de noviembre de 2011

Tatami, de Alberto Olmos

Es muy conocido Alberto Olmos. Es conocido sobre todo por su afilada pluma al escribir crítica literaria. A pesar de ello, también es (re)conocido por su obra, y por ello he decidido darle una oportunidad.
Para empezar con él he escogido Tatami (Ed. Lengua de trapo), una novelita breve y de fácil lectura. De muy fácil lectura. Aparte, he procurado ver alguna entrevista al autor después de leerla porque no entendía algunas cosas. Veamos, la novela me pareció demasiado simple, y a veces simple no es bueno. Se agradece poder leer un libro del tirón, pero en este caso no me bastó. Atisbé el ingenio, la mala leche, la extraordinaria construcción de los dos personajes principales, pero me faltaba algo.
Veamos. Un viaje en avión. Una chica que va a emprender su vida en Japón y un tipo que no deja de mirarle las tetas. Ella es la narradora; él, la joya de la novela. Ella es insoportable; él, carismático. Ella escucha y él no para de hablar (a veces también come). Él habla principalmente de sexo y ella se escandaliza. Así toda la novela.
Supongo que es un arte escribir toda una novela en torno a un diálogo, que sea creíble y el lector no se sienta timado. El propio Olmos reconoce que el diálogo es a veces un recurso fácil para ocupar espacio, pero en este caso se convierte en el vehículo narrativo y emocional de la trama. También reconoce que escribió Tatami con pocas expectativas, que le parece una obra ligera aunque a la gente le gusta.
El problema es que al lector le parezca una obra ligera, y provoca esa sensación durante casi toda la novela. No obstante, llegado el último tramo el autor hace despliegue de una humanidad para con sus protagonistas que hace que Tatami alce el vuelo. La historia de él es poderosa, su historial amoroso, la suerte que le ha correspondido en lo sentimental. Él es poderoso. Él es lo mejor de la novela. Luis salva la novela y la eleva de lo decente a lo interesante.
Pero el desenlace. Ese final me parece un anticlímax, porque yo al menos quería más. Más de lo que les pasa a estos dos extraños, de lo que les deparará la vida, de qué tiene de importante este viaje para ellos. Así, tuve la sensación de que en las últimas diez páginas se amontonaban acontecimientos que derivaban en un final en absoluto satisfactorio. Pero, como digo, esto es sólo una opinión personal. Veremos qué nos depara Alberto Olmos en El estatus, el próximo título del autor que tendré a bien leer.

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