10 de septiembre de 2011

La hermandad del vino

Anteriormente, en A road novella...

-Soy un drogadicto -le dije.
-Ya lo he notado. Tienes los brazos hechos mierda.
-Es una mierda. Empecé a consumir por culpa de una novia. Cuando mi familia se enteró, mi padre me echó de casa. Bueno, yo me fui, de hecho ya tenía el equipaje listo.
-¿Lloraba mucho tu madre?
-Como una loca.
Sonrió para sí misma, como si ambos hubiésemos respondido de forma acertada.
-Debió de ser horrible para ella -insinuó. -Ver cómo su hijo lo dejaba todo por un chute.
-No...no es... no es un chute, no es eso. No puedo dejar de pensar en otra cosa.
-¿Como ahora mismo?
-Sí, ahora mismo estoy pensando en meterme de todo. Podría meterme si parara un rato y luego conducir diez horas seguidas sin pestañear.
-¿Ahora mismo estás pensando en eso? ¿Ahora, mientras hablas conmigo? ¿Estás con el mono?
-Es una enfermedad. Cuando era... cuando no me metía y pensaba en el mono me venía a la cabeza uno de esos juguetes de un monito con uniforme de botones y unos platillos. ¿No es gracioso?
-En inglés se dice cool... cool turkey, pavo frío. Como el chopped. ¿No has intentado dejarlo nunca?
-Muchas veces. Tía, es una mierda.
-No hace falta que llores, sabes que cuentas conmigo. Lo dejaremos juntos.
-No es tan fácil.
-No he dicho que fuera fácil.
Condujimos sin apenas hablar hasta que pasamos Burgos. Bajamos en un restaurante para probar la morcilla típica y un vino tinto de la tierra, y entre chupitos de orujo. Aunque el plan era seguir el camino, Anna dijo que se encontraba cansada y que mejor durmiéramos en el hotel del restaurante. Subió a la habitación dos botellas de vino y bebimos y brindamos y hablamos durante horas. Me emborraché porque no dejó de pedir botellas y botellas de vino, hasta que caí dormido medio inconsciente. A pesar del alcohol y el desvanecimiento, me pareció sentirla colándose en la cama como una serpiente, totalmente desnuda, y aunque borracho, juraría que me besaba el cuello y decía "Helena... Helena...". Pero yo estaba muy pedo.

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